jueves, 10 de enero de 2013

EL TENORIO



¿Sabéis que mi burrito fue el de Sancho Panza? ¿Queréis que os lo cuentes?
Veréis...
       En el pueblo, que era Toro, se celebra una gran cabalgata el día de la Fiesta.
       Y resulta que aquél año, la carroza más grande y bonita era la de Don Quijote y Sancho: los personajes eran de verdad, pero los animales (Rocinante y el rucio) eran de cartón piedra.
       Bueno, pues el día anterior al desfile aparecen en la finca donde viviamos los encargados de esa carroza: que se les había roto el burrito de Sancho Panza, y que no tenían tiempo de arreglarlo, y como ellos sabían que teníamos nosotros un burrito muy bueno, que si sería posible que se lo dejásemos, si no se espantaba, vamos, que ellos lo sujetarían muy bien en la camioneta para que no se cayese.
       TENORIO era mi burrito. Era un burrito precioso, plateado como Platero, un burrito muy famoso, pero imaginario. Tenorio era de verdad, suave, alegre pero siempre atento y responsable de lo que hacía.
       Y si vierais cuánto nos queríamos Tenorio y yo.
       Cuando tiraba del trillo en la era y yo me subía encima, él se daba cuenta y caminaba más despacio, sin tirones, para que yo fuese más seguro. Y miraba de vez en cuando para atrás, para mirarme y creo que sonreía cuando yo le decía: “corre, Tenorio, corre”.
       También íbamos a vender la leche de la Coca, la vaquita que daba la mejor leche del mundo (otro día, os hablaré de la Coca). Mi mamá me subía al burrito y le cogía las riendas. Anda que no iba contento Tenorio mientras yo jugaba con sus orejotas y le acariciaba el fuerte cuello y le tiraba de la encaracolada crin, que parecía un tirabuzón suave.
       Y el Tenorio era nuestro transporte escolar también. Sí, sí: montados en él íbamos los tres hermanos a la escuela (¡tres en un burro, jajaja!), a tres kilómetros de distancia, o sea, como seis veces la distancia a vuestro colegio. Angelito, el mayor, iba delante, llevando las riendas. Anita iba en el medio, el mejor sitio y yo iba sentado en la grupa, porque que era el más pequeño de los tres. Tenorio se daba cuenta y caminaba plano, sin prisa...
       Pero estábamos con la carroza: Mi padre les dijo que no se preocupasen, que Tenorio sería el rocín de Sancho Panza, que podían estar tranquilos, porque no se espantaría. Y que no se les ocurriese atarlo.
Y allí estaba yo para ver el desfile, en primera línea, más nervioso que un flan, con miedo a que pasase algo con mi burrito.
Ahí viene, ya se acerca, veo la camioneta, ya se ve la lanza de Don Quijote, que viene montado en su Rocinante de cartón... ¡aquí está Tenorio! Miradlo que firme y quieto que va, pero si está inmóvil, si hasta también parece de cartón,
-¡se mueve menos que el caballo! dice la gente
-¿pero es de verdad? preguntan algunos,
-¡sí, sí, es Tenorio, es mi burrito!, gritaba yo
-¡Sí que es bonito ese burro!
-¡Viva Tenorio!
       “Sancho Panza“iba de pie, cogido a las riendas de Tenorio, y temblando del miedo que tenía a que el rucio se espantase, pero de eso nada, que mi burrito no se espantaba.
       Corrí detrás de la “carroza” y cuando terminó el desfile, me colgué del cuello de Tenorio y él se reía contento de verme contento a mí.
      
       ¿Veis como era verdad?: El burrito de Sancho Panza fue Tenorio, mi burrito.
      
       Os ha gustado este cuento que no es un cuento, que fue de verdad?

       Pues también tenía un perrito que era un león...

Pero el cuento de León queda para otro día, ¿vale?

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